Opinión | Comafe y QF+, un sí diez años después de bailar en el “saloon”

El logo de NeoPro.

Un artículo de Iberferr. logo-iberferr3


 

Podríamos deducir que el proceso de fusión de Comafe y Quality Ferretería Plus (QF+) en la nueva sociedad NeoPro, creada en junio y anunciada en septiembre (2022), se inició hace más de diez años y empezó a tomar impulso en el mismo momento en el que se creó NCC (Nueva Central de Compras). Conviene recordar aquella operación de siglas, porque supuso un terremoto en el sector y la acentuación de viejas tensiones que permanecían aparcadas.

NCC nació en octubre de 2012 (ver Iberferr 152) de la fusión caliente de Ancofe y Fergrup. El proyecto era el resultado de sumar cuatro miembros de una agrupación cooperativa de segundo grado (Ancofe) y cinco de una sociedad mercantil (Fergrup). Cifec, Cofedas, Comafe, Cofac, Las Rías, Coanfe, Coinfer, Iruña y Unife fueron los miembros fundadores de NCC. Juntos sumaban 1.500 puntos de venta en todas las provincias. Una central de compras creada para vender más. Un proyecto ganador basado en ideas y en valores. Una empresa diferente, transparente, eficaz, solvente y de colaboración. Un acuerdo en el que todos salían ganando. Todo eso era NCC, dijeron, entonces, sus fundadores.

Comafe y Cofac también intentaban fusionarse por su lado en la nueva C+C, que más que una suma quería ser la “casa común” de la ferretería de Madrid y Cataluña. Al final, la operación mantuvo el signo de sumar, pero acabó llamándose QF+, o sea, una triple ‘C’ de Cofac, Cifec y Comafe, pero sin esta última (¿se acuerdan?).

Constituidas QF+ y NCC, con la oposición de un puñado de ferreteros asociados, que veían en las nuevas organizaciones una amenaza para sus negocios de toda la vida por el cambio de operativa que representaban, se acabaron las sumas. Pero Comafe solo tardó un año en restar y abandonar NCC. El motivo publicado era bastante genérico: diferencias estratégicas y discrepancias con el funcionamiento interno de la nueva central de compras.

El presidente de NCC, Françesc Martínez Boluda, escribió entonces un artículo, maravillosamente trazado, aunque de tintes sísmicos para la distribución, en el que interpretaba el portazo de Comafe en clave de película del oeste. Recordamos algunas de sus afirmaciones, porque no se anduvo por las ramas:

“Las puertas batientes del saloon se mueven ligeramente al son de una árida brisa, el barbero nos observa asustado tras la cristalera, tenemos la cara cubierta de polvo, el pueblo está desierto, pero todos los ojos nos acechan tras las mugrientas cortinas. ¿Cuántos winchester nos están apuntando entre ceja y ceja?”, se preguntaba en una especie de estridente “making-of” literario.

“A estas alturas de la película, si tengo algún papel en la misma, queda claro que es ser el feo o el malo, porque las cooperativas siempre quieren ser las buenas”, aseguraba.

Sin embargo, más allá de las ironías, Françesc Martínez decía desconocer las verdaderas razones por las que la cooperativa madrileña había cruzado la puerta batiente del “saloon” hacia la polvorienta calle de Silver City. “Si alguien me pregunta por qué, mi respuesta es clara: No lo sé. Y, sinceramente, tampoco creo que alguien en Comafe pueda darnos una respuesta razonada y coherente”.

Advertía el presidente de NCC que la salida de Comafe de NCC era una gran pérdida “sobre todo para los ferreteros de Comafe”. Y añadía: “Pero decir que el hecho resta credibilidad a NCC y al sector tradicional, no puedo aceptarlo de ninguna manera”.

Y concluía: “La muerte tenía un precio… muy bajo”.

Casi ha pasado una década desde aquel insólito “baile de saloon”. Pero, a tenor de lo visto, la danza nunca se detuvo. Comafe y QF+ retomaron “la suma” y lograron grandes avances hacia su fusión, en especial durante los meses duros de la pandemia. El resultado llegó el pasado mes de junio. Se llama NeoPro y es “una alternativa de futuro real, operativa y práctica, para el mundo ferretero y del suministro industrial”.

De momento, han adelantado que “será ilusionante y tendrá carácter inclusivo” (bastaría más). No hace falta que repitan, como entonces, que es un “acuerdo en el que todos salen ganando”. A estas alturas ya sabemos que las matemáticas no entienden de danzas. Ni siquiera cuando son los números los que bailan.

Iberferr, abril de 2014.
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