Si la industria no consigue la descarbonización del hormigón, limitará completamente su uso, comprometiendo a todo el sector de la construcción tal y como lo conocemos. Ésta es una de las principales conclusiones de la jornada técnica organizada por Sika en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), para debatir sobre el futuro de este material y las estrategias para su descarbonización.
El debato dejó patente desde su inicio que la descarbonización del hormigón exige una transformación estructural en toda su cadena de valor. Ana Arenas, responsable de Sostenibilidad en Sika, explicó su visión sobre este reto y su transformación hacia un modelo de producción y uso más sostenible. Tras ello, anunció el reciente lanzamiento de Sikament®-3040, un plastificante de origen biológico diseñado para todo tipo de hormigones.
“Este producto demuestra que sostenibilidad y eficiencia pueden ir de la mano. No porque un hormigón sea más respetuoso con el medio ambiente tiene que ser más caro o menos eficaz”, subrayó Arenas. También recordó que Sika está comprometida con sus propios objetivos de descarbonización y reducción del consumo de agua en sus procesos.
Ana Arenas participó en una mesa de análisis junto a César Bartolomé, director de Innovación en IECA; Pablo Gómez, delegado de la Zona Centro de ANEFHOP; José Vera-Agulló, R&D Concrete Group Manager en ACCIONA Construction; y Amparo Moragues, catedrática del Departamento de Materiales de Construcción de la UPM. Todos ellos coincidieron en señalar que la descarbonización del hormigón exige una transformación estructural en toda su cadena de valor y dejaron una afirmación de consenso. «La transición hacia un hormigón más sostenible no es solo posible, sino imprescindible».