El confinamiento ha dejado desguarnecidas las segundas residencias y casas deshabitadas. Los amigos de lo ajeno no han dudado en romper la cuarentena para asaltarlas y desmantelarlas. Cerraduras forzadas o reventadas, puertas violentadas, robos de todo tipo en el interior… Hay un 10% más de robos en viviendas y de ocupaciones, según han constatado las asociaciones de cerrajeros.
Chema Tapiador, presidente de la Asociación Madrileña de Cerrajeros (ASMACE) y miembro de la Unión de Cerrajeros de Seguridad (UCES), cuenta que el trabajo ha bajado un 80%, pero, por el contrario, han aumentado al menos un 10% la demanda de servicios relacionados con robos y ocupación de segundas viviendas. En otras palabras, casi todo el trabajo durante la pandemia se ha reducido a atender y solucionar este tipo de sucesos, tal y como subraya Chema Tapiador.
«Hemos visto casos de casas que se libran porque hay vecinos cerca, que se comunican entre ellos y avisan a los dueños. Conserjes y porteros de finca también están avisando», explica el responsable de ASMACE.
Manuel Sánchez, presidente de la UCES también corrobora estos hechos: «Hemos detectado un aumento de los robos en las segundas viviendas,que ciframos en un 10%, así como intentos de ocupación».
Actualizar la cerradura, colocarle un escudo de protección y cerrar siempre con llave es parte de la solución. También existen puertas de diferentes niveles que aumentan la seguridad. El nivel máximo es el cinco y para entrar se necesitaría radial y sierra de sable. Las asociaciones de cerrajeros como ASMACE o la federación UCES recuerdan que cerca del 80% de las puertas de los hogares madrileños son bastante vulnerables para los ladrones, que solo tardan unos segundos en entrar. Cada día se denuncian una media de 37,4 robos con fuerza en Madrid.
Fontanería y electricidad
Electricistas, fontaneros y cerrajeros son los profesionales más demandados estos días. Las averías urgentes se han disparado más de un 70%. Los técnicos sólo pueden acudir en casos imprescindibles. Por eso algunos usuarios se atreven y lo intentan ellos mismos, a veces con un resultado nefasto.
Chema Tapiador advierte en voz alta: «¡Cuidado a quien llamas! He visto que en algunos casos el cerrajero ha llegado a cobrar 1.200 euros por cambiar una cerradura».