La percepción de un moderado optimismo tras el escenario de dificultades que atravesamos y que distintas voces vienen a poner de manifiesto en las páginas de Iberferr, representa al menos dos cosas: la evidencia de que la información negativa no cala en este ámbito y la disposición del sector a mostrar de nuevo su enorme capacidad de resistencia.
Hay una afirmación, que, sin entrar en el fondo, parece difícil de rebatir: la ferretería siempre saca partido de la destrucción. Ocurrió en los episodios más oscuros que Europa y España atravesaron a lo largo del siglo XX, y ocurrirá tras la incalificable agresión a Ucrania. Salvo en Afganistán, el resto de los conflictos bélicos resultaron ser buenas oportunidades para la industria que nos ocupa. El registro histórico le es muy favorable.
La venta de herramientas, clavos, palancas, palas, azadas, bisagras, cerraduras, cuerdas, cadenas… tiende a ser directamente proporcional a la destrucción. Con todos los matices, pero sin equívocos. En estas circunstancias, es mucho más limitadora la carestía de materias primas y las barreras para suministrarlas, que ya arrastrábamos desde antes de la guerra, que la propia geopolítica. Eso es lo que explican distintos expertos y las voces que incluimos en estas páginas.
¿Estábamos preparados? El encarecimiento del transporte internacional, la escasez de componentes y maquinaria y el descomunal alza de la energía, además de la pandemia, son barreras que se han acentuado como consecuencia del problema bélico. Pero la historia muestra que el inicio de un conflicto es también el principio de nuevas oportunidades. La incertidumbre, cuando estalla una guerra, conduce a una huida inicial de la actividad, a la que luego sigue “una mayor claridad y un repunte de alivio”, por usar las propias palabras de algunos expertos. Dicho de otra forma, el mercado cae con el estallido del conflicto, pero no suele tardar en retomar la tendencia alcista. Es lo que siempre ha ocurrido.
Hablar de optimismo en este contexto no significa ignorar los riesgos. Los efectos de la guerra son muy relevantes en un mundo global. Pese a la limitada importancia de las relaciones comerciales de nuestro país con Rusia y Ucrania, que suponen el 2,2 % de las importaciones y el 1% de las exportaciones, según DBK, no cabe duda de que los efectos del enfrentamiento condicionan el futuro, pero no tanto el progreso de un sector que siempre ha sido, es y será robusto.
Publicado en Iberferr impreso marzo.