Panter comunica un homenaje a ferreterías afectadas por la Dana

Panter ha remitido un comunicado a Iberferr, que reproducimos en su integridad a continuación.


El pasado 27 de marzo, el Patronato de la Fundación Txema Elorza giró una visita a la zona cero de la DANA para homenajear a las ferreterías y a los profesionales del sector afectados por la riada. La jornada comenzó con una ofrenda floral en el Pont de la Solidaritat, por el que pasaban los miles de voluntarios que diariamente acudían andando desde Valencia para echar una mano en las localidades más afectadas por la DANA, como Paiporta, Picanya, Catarroja, Albal…
Después, se visitaron algunos de los puntos donde el agua arrasó todo a su paso, en el entorno del barranco del Poio, como el puente provisional que el Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros del ejército de tierra, tendieron para restablecer la comunicación entre Picanya y el barrio de Vistabella.

El ejemplo de tres ferreterías
Posteriormente, los patronos de la Fundación visitaron tres ferreterías a las que la riada había ocasionado graves desperfectos, pero que, gracias a su resiliencia y empeño, y ayudadas de proveedores y clientes, y con apoyo de la Fundación, han retomado su actividad y vuelto a dar el mejor servicio a sus zonas de influencia.
La primera visita se giró a Ferretería Bricopa, en el polígono de Paiporta, donde el propietario y gerente, Alex Escribano, y su socio y empleado, Carlos Lázaro, explicaron la situación que vivieron tras la riada: “—nos cogió cada uno por su lado— contaba Carlos, que recibió una ayuda de la Fundación por la pérdida de su coche.–”
Carlos contaba que lo primero que sufrieron fue un “vendaval que empezó a levantar las placas del techo”. Alex recordaba que “el agua llegó casi hasta metro y medio de altura”.
Hasta la mañana siguiente, no pudieron acceder a las instalaciones. “Vinimos andando desde Valencia y no se podía entrar en la nave por la cantidad de coches y barro que había en los alrededores. Otra cosa que se queda en la cabeza es la cantidad de sirenas de policía, bomberos, ambulancias, UME, que estaban día y noche circulando y prestando ayuda, que no pararon de sonar durante al menos dos meses después de la DANA”.
Los daños fueron cuantiosos, se perdió una furgoneta de reparto, pero, desde el principio, la ferretería empezó a repartir ayudas en el entorno. “Hay que tener en cuenta que en los pueblos de alrededor -contaban- el agua llegó a dos metros y medio en muchos sitios, y era difícil llevar la ayuda por la cantidad de barro y coches que dificultaban el acceso”.
Y lo que no olvidarán nunca fue “la ola de solidaridad que se produjo desde el primer momento. Era increíble ver a miles de personas dispuestas a ayudar en lo que fuera, sobre todo en los pueblos. Hasta turistas alemanes, chinos y de muchas nacionalidades nos ayudaron a limpiar calles, casas, garajes, etc.”.
La solidaridad se ha traducido también, decía Alex, “en un pico de ventas muy importante. Nuestros clientes habituales se han volcado con nosotros e, incluso, nos han traído a otros clientes de otras zonas para que les vendiéramos. Los daños causados han sido tremendos y se han necesitado muchos productos que vendemos en la ferretería, lo cual creemos que puede ayudarnos a sobrellevar parte de los daños recibidos”.
Ferretería Moreno, en pleno pueblo de Picanya, fue la segunda ferretería visitada. Negocio familiar regentado por Elena Moreno e Ismael Gil (matrimonio), y José Antonio (hermano de Elena). Elena se hizo muy conocida por su testimonio en medios como ejemplo de resistencia y convicción: “de esta vamos a salir más fuertes”.
“Mi familia vive en Picanya desde hace generaciones y nunca se ha visto nada igual. No fue una ola lo que vino por el barranco, fue un tsunami. Nos cogió a todos desprevenidos.” “Porque aquí no llovía -decía Ismael-. Hacía un día despejado y ni antes, ni durante ni después, aquí cayó una gota de agua. Y nos libramos por los pelos”.
“Cuando vimos que la lengua de agua crecía tan rápidamente -añadía Elena- cerramos la tienda y salimos corriendo en dirección contraria al barranco”.
Elena explicaba que “aquí ha habido muchas alertas rojas a lo largo del tiempo, pero nadie pensaba que el día 27 se produciría una riada tan desproporcionada”.
Los días siguientes, con la ayuda de un vecino, comenzaron a repartir productos desde un local próximo. Elena: “Trabajábamos de sol a sol porque como no había luz no se podía hacer otra cosa. Cuando anochecía nos íbamos a casa a dormir. Y hasta la mañana siguiente, que volvíamos a la rutina”.
Cinco meses después, la ferretería aparece como nueva. En la fachada se recoge el testimonio de agradecimiento a todos los que han colaborado en su rehabilitación.
La tercera parada fue en Suministros Industriales Val Sur, en el polígono industrial de Albal. Atendidos por su propietario, Pepe García, quien se salvó de milagro: “decidí no arriesgarme y afrontar lo que viniera”.
“Solo quedó un empleado que, a los pocos minutos, me llamó y me dijo que estaba entrando agua en la tienda. Le dije que intentara salvar los ordenadores subiéndolos a un altillo que tenemos. Y que se subiera él arriba para protegerse.”
El agua rompió cristales y entró como un río, inundando casi 10 mil metros de instalaciones. “Todo flotaba como en una piscina —contaba Pepe— y chocaba con las estanterías y las derribaba”.
Aun con todo, en Val Sur empezaron enseguida a recuperar actividad. “En diez días ya estábamos trabajando y sirviendo los productos que más se necesitaban”.
“La ayuda de los voluntarios ha sido fundamental. Desde el principio estuvieron con nosotros limpiando y sacando el material inservible. Todo era un caos, y para poder adelantar se tiraron cosas que sí valían; pero no había otra alternativa si queríamos avanzar.”

Comida solidaria en octubre
Tras la ronda matutina, el patronato se reunió en el restaurante La Masía de las Estrellas, en Catarroja, también afectado por la riada. Se prevé celebrar allí una comida solidaria en octubre, en colaboración con AFEB y organizaciones sectoriales, como homenaje a todos los afectados.

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