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OPINIÓN
Santiago P. Fernández, director de Iberferr
Asustan las palabras, casi automá- ticas, que suenan cuando alguien con luces de posición habla del salto digital. Sufrimiento. Locura. Des- orientación. Barrera. Confusión. Problema... Y, sin embargo, no mo- verse ha dejado de ser una opción. Salto digital: grandes, pequeñas y medianas empresas conectadas, abiertas, innovadoras, capaces de explorar, experimentar y crear sin grandes inversiones lo que quiere el consumidor, desde abajo hacia arriba, gracias a extraor- dinarias herramientas tecnológi- cas. Casi nada. Leído del tirón es como para perder el aliento. Digitalización sin sufrimiento es
parte de la utopía a la que se re- fieren los expertos que solemos es- cuchar y leer.
Locura es, simplemente, lanzarse de cabeza a lo desconocido. Desorientación es obviar que el rompecabezas tecnológico casi nun- ca se soluciona con más tecnología. Barrera es desconocerlo casi todo del consumidor que nos compra. Confusión es tener vista de águila y vuelo de gallina.
Problema es zambullirse en el cambio sin apuntalar antes lo que uno tiene.
Definir es fácil, pero reinventarse lleva su tiempo. ¿Seguro que no mo- verse es siempre la peor opción?
Lo que nos diferencia El salto digital